Vuelvo a casa. Mi perro me espera con la euforia de siempre. Corre, salta, me busca. Me dejo abrazar por ese momento: lo leo como amor. Lo siento como validación. Como prueba de que soy alguien para alguien.
Pero a los pocos segundos, en la grieta del entusiasmo, emerge una pregunta que cambiará todo lo que creía saber sobre el amor, la falta y la gracia...
El Punto de Partida
El perro que corre hacia mí
Vuelvo a casa. Mi perro me espera con la euforia de siempre. Corre, salta, me busca. Me dejo abrazar por ese momento: lo leo como amor. Lo siento como validación. Como prueba de que soy alguien para alguien.
Pero a los pocos segundos, en la grieta del entusiasmo, emerge una pregunta:
Y no tardo en ver que la pregunta, aunque comienza en él, no le pertenece.
No se trata de su amor, sino del mío.
¿Por qué necesito que me ame?
¿Por qué ese gesto suyo me reconforta, me da sentido, me devuelve a mí?
Lo que su conducta activa en mí no es solo ternura, sino una estructura mucho más profunda: la necesidad de ser reflejado, confirmado, devuelto.
Lo que amo en su amor —si es que podemos seguir llamándolo así— es lo que me devuelve de mí mismo. No es que lo ame porque él exista, sino porque me hace sentir que yo existo para él.
Y aquí ocurre el primer desarme:
¿Ama lo que soy… o ama la función que cumplo?
¿Me ama él… o ama su propia necesidad cubierta a través de mí?
Este mismo patrón, con sus infinitas variaciones, lo repito en mis relaciones humanas.
El Primer Desarme
¿Me ama o ama su necesidad?
En la pareja, la amistad, incluso en los vínculos familiares, se repite esta pregunta disfrazada:
¿Qué parte de mí está siendo amada?
Y cuando el otro ama solo "eso", aparece la sospecha:
—¿Entonces todo lo demás en mí es prescindible?
—¿Qué pasa si cambio, si caigo, si ya no soy útil?
En ese momento, el amor comienza a sentirse como una validación condicional.
Y el drama se despliega:
Deseo que me amen por completo, "tal y como soy", pero incluso eso es imposible porque ese "yo" es un constructo.
Aquí llegamos a un punto crucial.
Quiero que me amen por mi "esencia", pero ¿qué es eso?
Cuando empiezo a desmontarlo, veo que ese "yo esencial" no es más que una construcción:
- Un cúmulo de heridas, hábitos, respuestas, automatismos, poses, demandas sociales
- Un eco de lo que los otros proyectaron en mí y que yo asumí como identidad
Entonces lo que el otro ama de mí no soy "yo", sino un reflejo, un eco con piernas, como lo dijiste de forma magistral.
Y más aún: el otro también es eco, también es trauma, también es ausencia disfrazada de forma.
El Eco del Amor
¿Qué parte de mí es amada?
Por tanto:
¿Cómo puede el eco amar al eco?
¿Cómo puede la falta amar a la falta sin convertir la relación en un eterno reclamo?
El Dolor de Fondo
Nisargadatta y la vibración constante
Aquí aparece lo que Nisargadatta Maharaj llamaba el dolor de fondo.
Ese malestar constante, esa incomodidad que persiste incluso cuando todo parece ir bien.
No desaparece con el amor, ni con el éxito, ni con la iluminación "mental".
"El dolor de fondo es la vibración misma de la existencia condicionada."
Y lo que hacemos casi siempre es huir de ese dolor, disfrazarlo con espiritualidad, proyectos, vínculos intensos, o la euforia de "estar sanando".
Pero es todo parte del mismo juego.
De la Gravedad a la Gracia
Simone Weil y la interrupción
Simone Weil articula esto de forma conmovedora.
La gravedad es esa fuerza que nos hace repetir, desear, buscar al otro como salvador.
La gracia, en cambio, no se produce. No es voluntad.
Es lo que desciende cuando dejamos de llenar el vacío.
Gravedad
La fuerza que nos hace repetir, desear, buscar al otro como salvador
Gracia
Lo que desciende cuando dejamos de llenar el vacío
"La gracia no es una recompensa. Es una interrupción."
— Simone WeilHabitar la Falta
Del vacío al espacio fértil
La falta ya no es vacío angustiante, sino espacio fértil.
Ya no es lo que hay que rellenar, sino el lugar desde el cual puedo estar sin necesitar justificarme.
Y desde ahí, cualquier relación que surja ya no es demanda, sino regalo.
Antes
Después
Epílogo
La ligereza que no necesita ser amada
No busco que el perro me ame.
No busco que el otro me confirme.
Ya no me niego a la falta.
La miro. La habito. La dejo estar.
Y al hacerlo, ocurre lo que Simone Weil llamaría gracia.
No como éxtasis. No como revelación. Sino como ligereza.
Una ligereza que no necesita ser amada porque ya no es carga.
"La falta no es algo que deba superarse.
Es el portal por el cual lo real puede entrar sin máscaras."
El Primer Desarme
¿Me ama o ama su necesidad?
Lo que su conducta activa en mí no es solo ternura, sino una estructura mucho más profunda:
La necesidad de ser reflejado, confirmado, devuelto.
Lo que amo en su amor es lo que me devuelve de mí mismo
No es que lo ame porque él exista, sino porque me hace sentir que yo existo para él
¿Ama lo que soy… o ama la función que cumplo?
¿Me ama él… o ama su propia necesidad cubierta a través de mí?
Este mismo patrón, con sus infinitas variaciones, lo repito en mis relaciones humanas.
El Eco del Amor
¿Qué parte de mí es amada?
¿Qué parte de mí está siendo amada?
Cuando aparece la sospecha
¿Entonces todo lo demás en mí es prescindible?
¿Qué pasa si cambio, si caigo, si ya no soy útil?
El Gran Drama
Deseo que me amen por completo, "tal y como soy", pero incluso eso es imposible porque ese "yo" es un constructo.
¿Qué es mi "esencia"?
Un cúmulo de heridas, hábitos, respuestas, automatismos, poses
Un eco de lo que los otros proyectaron en mí y que yo asumí como identidad
La Pregunta Final
¿Cómo puede el eco amar al eco?
¿Cómo puede la falta amar a la falta sin convertir la relación en un eterno reclamo?
El Dolor de Fondo
Nisargadatta y la vibración constante
Nisargadatta Maharaj
Aquí aparece lo que llamaba el dolor de fondo
¿Qué es este dolor?
Ese malestar constante, esa incomodidad que persiste incluso cuando todo parece ir bien
No desaparece con el amor, ni con el éxito, ni con la iluminación "mental"
El dolor de fondo es la vibración misma de la existencia condicionada.
— NisargadattaNuestros Intentos de Escape
Pero es todo parte del mismo juego.
De la Gravedad a la Gracia
Simone Weil y la interrupción
Simone Weil
Articula esto de forma conmovedora
La Gravedad
Esa fuerza que nos hace repetir, desear, buscar al otro como salvador
La Gracia
No se produce. No es voluntad. Es lo que desciende cuando dejamos de llenar el vacío
La gracia no es una recompensa. Es una interrupción.
— Simone WeilHabitar la Falta
Del vacío angustiante al espacio fértil
La falta como vacío
Lo que hay que rellenar, lo angustiante, el problema
La falta como espacio fértil
El lugar desde el cual puedo estar sin necesitar justificarme
La Nueva Realidad
El perro ya no es prueba de que soy alguien
La pareja ya no es refugio del dolor
El mundo ya no es teatro de mis carencias
Y desde ahí, cualquier relación que surja ya no es demanda, sino regalo.
Epílogo
La ligereza que no necesita ser amada
No busco que el perro me ame
No busco que el otro me confirme
Ya no me niego a la falta
La miro. La habito. La dejo estar.
Y al hacerlo, ocurre la gracia
No como éxtasis. No como revelación.
Sino como ligereza.
Una ligereza que no necesita ser amada porque ya no es carga.
La falta no es algo que deba superarse.
Es el portal por el cual lo real puede entrar sin máscaras.
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